Te contamos el secreto de nuestra política de vacaciones ilimitadas - ómibu

Si, somos la empresa de Granada de las vacaciones ilimitadas, y este es nuestro secreto

Es posible que hayas aterrizado aquí tras ver una noticia publicada por diversos medios de comunicación que hacen eco de una de las condiciones más llamativas de nuestra agencia, la política de vacaciones ilimitadas remuneradas. Queremos contarte un poco de dónde surge esta idea y cómo somos capaces de llevarla a cabo de manera responsable.

Antes de que nos lo preguntes, puedes dejarnos el currículo aquí.

¿Es viable una política de vacaciones ilimitadas?

La respuesta evidente es que si, en ómibu llevamos ya un año con esa política aplicada y en términos estadísticos absolutos, las personas han consumido de promedio las mismas o menos vacaciones que en el año anterior.

Pero espera… ¿En una empresa con vacaciones ilimitadas la gente coge MENOS vacaciones?

Si. Y es muy sencillo entender el por qué.

En un modelo presencialista tradicional el trabajo es una obligación desligada de la productividad, la eficiencia o la realidad del trabajador. Tienes que cubrir tu jornada, de principio a fin (y un ratito más por el qué dirán), muchas veces calentando silla en una jornada que no beneficia a nadie, ni al trabajador, ni al cliente, ni a la empresa. Si trasladamos este modelo a las vacaciones, estas son el único escape de esa empresa que muchas veces te obliga a estar con el culo pegado a la silla sin un propósito.

En ese escenario, el trabajador VA A CONSUMIR el 100% de sus vacaciones simplemente porque es lo que debe hacer, es su única vía de escape de la obligación del trabajo, y empresa y empresario son el enemigo a batir.

Cambio de paradigma

Ahora vamos a cambiar el paradigma (o el marco teórico en el que nos movemos).

En el modelo que defendemos a capa y espada en ómibu, el trabajador puede trabajar desde su casa, desde la oficina o desde donde realmente necesite, cada vez que lo necesite (con ciertos condicionales: hay que solicitar los días con al menos una semana de antelación, los lunes debemos intentar vernos todos en la oficina… etc).

Ese trabajador sabe que tiene una serie de clientes que atender (atendiendo a las condiciones de cada departamento), y, al igual que los informes recurrentes que mandamos a los clientes, su trabajo está expresado en un conjunto de variables estrictamente cuantitativas. Tienes X tareas que hacer dentro de Y tiempo. Dentro de este modelo, no tiene sentido que calientes silla si has terminado lo que tienes que hacer.

Cuando abres ese melón el trabajo deja de ser una imposición y la empresa deja de ser un enemigo para el trabajador. En ese clima no tienes necesidad de «escapar» del trabajo. Ahí es donde entra la política de vacaciones ilimitadas. Que sería impensable, como decimos, sin las políticas previas de flexibilidad, adaptación de horarios o conciliación.

Disfrutar de vacaciones ilimitadas

La clave de las vacaciones ilimitadas es precisamente ese clima generado por una cultura corporativa centrada en el bienestar de trabajador, cliente y empresa. Si no tienes necesidad de «escapar» del trabajo o de agotar los días de vacaciones «porque si no, los pierdo«, las vacaciones cogen el peso y la entidad que realmente tienen.

Son un periodo donde desconectamos del trabajo, de las responsabilidades y dedicamos el tiempo a descansar, a viajar o a proyectos personales, cuando lo necesitemos. Si siempre las tengo al alcance para cuando las necesite, no tengo la necesidad de agotar días o de revisar qué me corresponde por convenio, al no existir esa urgencia, cada uno disfruta de las vacaciones que quiere, cuando quiere.

Un padre podrá cuadrar los puentes para cubrir los días que los centros educativos están cerrados, un viajero podrá hacerse ese viaje que siempre ha querido hacer a Tailandia en noviembre y ahorrarse una pasta ya que no tiene que irse en agosto por imposición de la empresa, otro puede cogerse una semana después de Navidad porque necesita desconectar del tirón comercial de las fechas, otro puede cuadrar sus descansos con su pareja que trabaja en hostelería o turismo…

Ese es el sentido real de esta medida. Que cada uno de los trabajadores pueda configurar sus días de descanso de acuerdo a SU realidad, y no a imposiciones manidas como «vacaciones obligatorias a gastar en julio-agosto«, que tienen mucho sentido para los que son padres, pero poco si eres un chaval de ventipocos. Para que esto funcione, en nuestro caso, hay tres factores que deben hacer de base:

  • Cultura corporativa
  • Responsabilidad personal
  • Equipo

Cultura corporativa como base del bienestar

La cultura corporativa es algo que no solo sirve para rellenar manifiestos, páginas de «quiénes somos» y para tener un storytelling épico alejado de la realidad real de tu empresa, valga la redundancia.

Hablar de cultura es hablar de generar un patrimonio inmaterial de formas de hacer las cosas que distinguen a un conjunto de personas de otro, la cultura es algo que cada individuo perteneciente a dicho conjunto siente como propio. La cultura corporativa es igual. No se trata de hacer afterworks un viernes por la noche (obligatorios) para celebrar las quickwins o el sprint infernal de la última semana.

Se trata de que el trabajador sienta que pertenece a algo con lo que se identifica y que defendería como propio. Esa es la base sobre la que construimos ómibu. Queremos hacer felices a las personas, y eso incluye a los trabajadores, a la empresa y a los clientes. Y ese círculo es la base de nuestra propia cultura corporativa.

Si el trabajador está feliz porque la empresa le facilita la conciliación, la flexibilidad, el teletrabajo y las herramientas para controlar su propia carga de trabajo y tiene claras sus responsabilidades, es poco probable que acabe con burnout y es poco probable que sea improductivo.

Si el trabajador está feliz y es productivo, es fácil detectar sobre servicio a clientes, fallos de estructura interna, o falta de cualificación del propio trabajador, esto lleva a una profesionalización del equipo, a la mejora de procesos y eficiencia, y a la detección de clientes muy demandantes.

Detectar esos clientes acaba redundando o bien en incrementar el precio del servicio (acorde a la carga real de trabajo), o bien en directamente descartar clientes tóxicos.

Esto repercute positivamente en el cliente, ya que los trabajadores que lo atienden no tienen más trabajo del que pueden abarcar y no hay sobre servicio a otros clientes que rompen la asignación pautada y los flujos naturales del trabajo.

El círculo se cierra de nuevo en el trabajador, que al no tener clientes tóxicos y tener el tiempo necesario para atender a sus clientes, es poco probable que acabe con burnout.

Responsabilidad personal

Decía Noam Chomsky en su manual sobre manipulación mediática que una audiencia tratada como niños, así se comportará.

Nuestra filosofía va en sentido diametralmente opuesto. Entendemos que si tratas al trabajador como una persona honrada y responsable, muy probablemente responderá igual.

De esta realidad parte el día a día de ómibu.

Lo sorprendente de esta afirmación es el escepticismo con el que lo han acogido algunos medios «España es el país de la picaresca, aquí se escribió el Lazarillo de Tormes» le decían esta mañana a nuestro CEO, Aadel Hamad.

En el momento que hablas de confianza, muchos tuercen el gesto y piensan en ese jeta que tienen perfectamente identificado y que haría por aprovecharse de un sistema basado en la confianza. Esto es cierto a medias, primero por que un jeta va a ser un jeta independientemente de la política que apliques, es una persona que por definición va a aprovecharse del sistema en beneficio propio y en detrimento de los que están a su nivel, sea con vacaciones ilimitadas o con 22 días por convenio.

En segundo lugar, y lo más relevante, es que todo el mundo piensa en los jetas… pero por cada jeta, hay 20 que son honrados, y que precisamente un modelo basado en la responsabilidad personal acaba haciendo aflorar a los jetas, porque su equipo lo detecta, porque su trabajo no sale y porque, como decíamos al principio, en un sector como el nuestro el trabajo es cuantificable, medible y no sujeto a interpretación.

En ómibu partimos de esa responsabilidad para flexibilizar horarios, para el teletrabajo, para los proyectos puntuales… Cada cual tiene claras sus tareas y funciones, mientras eso salga, todo lo demás da igual.

¿Cuántos de vosotros no habéis estado alguna vez tan metidos en un proyecto que se os han pasado horas y horas en él porque os entusiasmaba? ¿Por qué el trabajo debería ser diferente?  Si un creativo de branding se enfrasca con un proyecto para el que tiene dos semanas y se pega 4 días intensivos y lo deja listo… ¿Por qué no iba a disfrutar del tiempo que ha ganado? Cada uno tiene que ser adulto y responsable de su trabajo. No hay más.

Equipo

La última pata es el equipo.

Este sistema no sería posible sin la estructura de equipos que tenemos en ómibu. Departamentos cohesionados de compañeros que trabajan por un objetivo común (los objetivos del departamento), cuyo trabajo está fraccionado en partes asumibles conforme a las capacidades, disponibilidad y recursos de cada uno (objetivos personales). En nuestra empresa no se dan los casos tan comunes de «Yo es que me voy la segunda quincena de agosto porque ya me tocó pringar el año pasado y este año te toca a ti, que eres nuevo.»  

Cada persona tiene sus propias necesidades y preferencias, rara vez se solapan si la flexibilidad es real y la conciliación se aplica correctamente. En nuestra empresa cada cual se estructura los descansos de acuerdo a su equipo, cada cual se hace responsable de dejar su trabajo listo cuando quiere ausentarse y el equipo se encarga de abordar las contingencias e imprevistos mientras uno de sus miembros está de vacaciones.

No tiene más ciencia. Es precisamente por la necesidad de apoyarte en tu equipo para poder disfrutar de «vacaciones ilimitadas» por lo que no existe espacio para la picaresca. Ya que requieres de la colaboración de tu equipo en todo este proceso.

Conclusiones

Sabemos que la noticia es sonada y que a muchos les parecerá a una diabólica campaña de marketing perfectamente orquestada.

Si lo pensáis friamente, no tiene mucho sentido que busquemos notoriedad por tener vacaciones ilimitadas. Probablemente nos ayude a captar miles de currículos, pero más allá de eso es poco probable que nos ayude a firmar clientes nuevos.

Piensalo. ¿Si tuvieses que contactar con un proveedor de marketing te vas a ir a los de las vacaciones ilimitadas o a los del afterwork del viernes noche (obligatorio)?, pues eso, que si esto es marketing, no es del bueno precisamente.

Nuestro modelo no es aplicable a todos los sectores, por desgracia, ya que no todos los trabajos son estrictamente cuantitativos, no todos los equipos se configuran igual ni todos los sectores presentan las mismas necesidades.

Pero queremos aprovechar esta inusitada atención mediática para lanzar un mensaje sobre la importancia de las personas y del papel de la empresa como garante de esa cultura. Esperamos que esto traiga discurso y ese discurso lleve a cambios. Porque  como dice nuestro slogan…

Todo es para bien.

¿Hablamos?